El Día de la Educación Financiera, nuestro día

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El 5 de octubre se celebró el Día de la Educación Financiera, ese examen que, en países como el nuestro, solemos suspender. Pero no todo el mundo tiene porqué saber de finanzas, aunque unos conceptos esenciales, nunca están de más. Hoy en CdB apostamos por la cultura (económica) y como comparador bancario, mostramos algunas consideraciones que debemos tener siempre claras.

Debemos comenzar aclarando que es esto de la cultura financiera: no es ni más ni menos que tener, al igual que en otras materias como las matemáticas, unos conocimientos esenciales de las llamadas finanzas, es decir bancos, inversiones o financiación. No hay que ser economista para saber algunos conceptos que nos van a ser de mucha utilidad en un mundo que, nos guste o no, tiene el dinero como factor más que importante.

En un Día de la Educación Financiera, lo básico

Pues centrándonos en nuestra especialidad, la del que suscribe claro está, hoy vamos a escribir sobre productos y servicios bancarios, que son una parte primordial de esto que llaman finanzas. Nada hay más importante que una cuenta corriente o de ahorro, en esta entrada, habíamos escrito de forma detallada sobre ambas. Son la esencia de todo y es probable que más de uno y de dos, haya oído hablar de ellas o tengan una. Son un producto que ha evolucionado mucho, sobre todo a raíz de la aparición de los bancos on line y de las cuentas sin comisiones.

Las corrientes, también llamadas operativas, sirven para domiciliar pagos o cobros o hacer transferencias, entre otros servicios y las de ahorro, son para eso, para obtener rentabilidad por nuestro dinero. En el primer caso, hoy en día muchas entidades no cobran comisiones, ni de administración (por apuntes) ni de mantenimiento anual, pero a cambio tampoco ofrece rentabilidad, salvo excepciones como esta de Bankinter. En las segundas, si hay un interés, aunque con las bajadas de tipos oficiales del BCE, son bajos, algo que intentan compensar con depósitos de bienvenida, como este de aquí.

Debemos mencionar que estas cuentas suelen ir asociadas a una tarjeta de débito o de crédito, la primera solo se puede utilizar si tenemos saldo en la cuenta y en la segunda, el banco nos concede un límite de dinero para disponer y devolver en diferentes modalidades. Los dos tipos de tarjeta se pueden utilizar para compras y para obtener efectivo del cajero, aunque con la de crédito, nos van a cobrar comisiones más altas por estas operaciones y con las de débito, dependerá de la red de la tarjeta.

Ahora lo menos básico, inversión o financiación

Un banco no solo es aquel lugar en que tenemos eso llamado cuenta, donde nos ingresan la nómina o las facturas de nuestros servicios, es algo más, es una empresa que se dedica a comprar (inversión o ahorro) y vender (financiación) dinero y por eso, en este apartado, hablamos de forma breve de dos productos relacionados con esto: los depósitos como inversión y los préstamos e hipotecas como financiación.

El primero, son los llamados depósitos a plazo, se diferencian de los que son a la vista, es decir, las cuentas que hemos comentado antes, porque ofrecen una rentabilidad a cambio de que cedamos nuestro dinero al banco, por un período determinado de tiempo. Los tenemos a corto plazo si son hasta 1 año, por ejemplo este de bienvenida de ING (a 3 meses) o a largo plazo, cuando son a mas de 1 año, como este otro de Popular-e. La forma de cálculo de los intereses varía de uno al otro, de manera que en el primero utilizamos la llamada capitalización simple y en el segundo, la compuesta, ya que los intereses se van acumulando. A continuación mostramos las fórmulas de cálculo, por si fueran de interés para los lectores.

Interés simple y compuesto

Por último, que no es cuestión de aburrir, veremos eso que no nos gusta pedir, pero que a veces no tenemos más remedio: el préstamo, sobre todo su versión más conocida, la hipoteca. Consiste en un dinero que nos cede el banco durante un tiempo, comprometiéndonos a devolver lo prestado más los intereses, una de sus modalidades es muy utilizada por las empresas, la póliza de crédito, de la que habíamos escrito aquí. Pero si me lo permiten, centrémonos en la hipoteca, esa desconocida, que cada mes nos da ciertos dolores de cabeza.

Una hipoteca es un tipo de préstamo, que tiene como garantía el propio inmueble (vivienda, local o terreno) que financia y lo habitual es que sea a muy largo plazo, entre 30 y 40 años y paguemos una cuota mensual muy parecida cada mes. Aquí debemos distinguir entre las que son a interés fijo o variable, en la primera el banco siempre nos cobra lo mismo, por ejemplo esta de aquí y que tiene la ventaja de no fluctuar a lo largo del tiempo, por tanto, las cuotas mensuales van a ser constantes en el tiempo.

La segunda opción es la variable (como esta), que lo hace con un indicador de referencia, lo normal es el que sea el Euribor (interbancario europeo) aunque hay otros como el IRPH. En esta las cuotas aumentarán o disminuirán, dependiendo de si sube o baja el indicador en que están referenciadas. No quisiera entrar de lleno en detalles técnicos, para quien desee ampliar información, le recomiendo este enlace en que explicamos con detalle cómo funcionan, o este otro, en que hablamos sobre el coste efectivo de esta modalidad de préstamos.

Pero hoy no podemos acabar sin decir que hay un concepto esencial, ya que nos sirve para comparar entre entidades, hablamos de la TAE. Cuando queremos saber que producto de inversión nos interesa más, nos fijamos en cuál de ellos tiene mayor TAE, es decir, rentabilidad efectiva anual equivalente y en caso de un préstamo, lo haremos al contrario, aquel que tenga menor TAE, ya que su coste financiero, también será menor. Por hoy creo que ya está bien, recuerden que pueden aportar o preguntar, utilizando los comentarios o el formulario de contacto y bienvenidos una vez más.

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