La Hipoteca Inversa

Justo antes de que estallara la burbuja inmobiliaria apareció con gran fuerza un concepto que revolucionaba en nuestro país el concepto de las hipotecas como era el de la hipoteca inversa, regulada, por primera vez, en la Ley Hipotecaria del año 2007 y que en estos días de crisis ha perdido gran parte de su fuerza.

La hipoteca inversa, como su propio nombre indica, le da una vuelta de tuerca al concepto de hipoteca tradicional, no es el cliente el que paga una cuota mensual al banco, sino que es el propio banco el que abona una cantidad mensual, o un total en un pago único, a costa de la vivienda.

Para poder utilizar este producto financiero se necesita ser mayor de 65 años o estar en una situación de dependencia grave, y ser propietario de una vivienda. Entonces se realiza una tasación de la vivienda, y se negocia el porcentaje de esa tasación que se concede como hipoteca, así como el plazo de años de amortización, inversa, en este caso.

Supongamos, por ejemplo, que una vivienda es tasada en 100.000 euros, y que se negocia fijar la hipoteca inversa en el 70% del valor de la vivienda, es decir, 70.000 euros. Por tanto, el banco tendrá que abonar capital e intereses sobre esa cantidad a su cliente.

Si se produce el fallecimiento del cliente los herederos del mismo tienen derecho a reclamar la vivienda, pagando, eso sí, al banco todas las cantidades que ha ido abonando al fallecido durante los años de vigencia de la hipoteca inversa, bien mediante pago directo, bien mediante la formalización de una nueva hipoteca, ahora directa, sobre la vivienda.

Si, por el contrario, los herederos no reclaman la vivienda el banco tendrá derecho a ejecutar la hipoteca, y cargar contra el resto de bienes del fallecido hasta completar el valor del capital, en caso de pérdida de precio de mercado de la vivienda, aunque, en ningún caso podrá ir contra los bienes patrimoniales de los herederos.

En definitiva, se trata de una figura interesante que aportó una solución de ingresos muy interesante para personas mayores sin herederos, aunque últimamente ha perdido gran parte de su fuerza original.

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