Cuando apenas podemos mantenernos a flote

Hay veces que una persona, o una familia, tras una serie de adversidades y retos, se encuentra en una situación donde lo único que puede hacer es mantenerse a flote usando todos los recursos a su alcance. Este tipo de situaciones nos pueden hacer sentir indefensos y perder la esperanza.

Lo primero y más importante es que nos demos cuenta que la única forma de salir de una mala situación, económica o de cualquier otro tipo, es asumir aún más retos en el corto plazo. Si queremos una vida mejor, no tendremos más remedio que hacer algunas cosas incómodas.

La primera, y no descubro nada nuevo, es recortar el gastorecortarlo de verdad. Muchas personas creen que han recortado al máximo, pero si hablas con ellas te das cuenta de que aún tienen acceso a Internet desde casa, teléfono móvil, etc. Si tu situación económica es realmente acuciante y tienes alguna de estas cosas, elimínalas. Si necesitas llamar, hazlo desde el fijo (o a la inversa, corta el fijo y llama solo desde el móvil: lo que resulte más barato). Si necesitas acceder a Internet, ve a una biblioteca pública que cuente con ese servicio.

El argumento de que necesitas alguna de estas cosas para evadirte no es un buen argumento. Hay muchas otras formas de entretenimiento que no implican gastar dinero en una factura mensual.

Cortar un teléfono e Internet puede llegar a hacerte ahorrar 100 € al mes, dependiendo del tipo de conexión y del tipo de contrato. Si empleas ese dinero en pagar tus deudas, éstas empezarán a desaparecer mucho más deprisa.

Lo siguiente que muchas veces tenemos que hacer es tragarnos el orgullo. Si piensas que no puedes hacer tal o cual cosa porque es “de pobres”, o te da miedo de que alguien se entere, desecha esos razonamiento de inmediato. El orgullo es a veces uno de los mayores obstáculos en el camino hacia el éxito.

Intenta sacar provecho de cada oportunidad que se te presente para ahorrar dinero. Compra solo ofertas. Busca ayuda en los servicios sociales. No importa lo que pensases antes al respecto – hay programas gubernamentales ahí fuera que están esperando a ser utilizados. Descubre cuáles son y úsalos.

De igual forma, podemos comprar ropa de segunda mano o en tiendas extremadamente económicas. Yo lo he hecho, y no tiene nada de malo. Busca fórmulas de entretenimiento gratuitas. Come siempre en casa y prepara las comidas más baratas que puedas hacer – si no sabes cocinar, este es el momento de aprender. Intenta encontrar maneras de abaratar tu factura energética. Vende todas las cosas que no uses de forma regular y que te puedan reportar algún beneficio. Los anuncios de segunda mano no sirven solo para hacer compras, sino también para hacer ventas.

Probablemente ahora mismo hay muchos lectores pensando, “esto suena deprimente”. Si es así, pregúntate lo que harías si llevaras meses luchando contra corriente y viviendo con el miedo permanente en el cuerpo, sin ver la luz al final del túnel. Nada puede ser más agobiante que eso. En todo caso, es una decisión personal, en todo caso, y nadie puede tomarla por nosotros.

Como ya he mencionado, una parte importante de todo esto es dejar de preocuparnos de lo que piensen los demás. Si te preocupas por lo que gente que no conoces, o que conoces apenas, pueda pensar de ti porque haces cosas que indican que estás pasando apuros económicos, deja de hacerlo. Las opiniones de las personas que no conoces no son en absoluto importantes y, en muchas ocasiones, no son las que tú crees. ¿Realmente te paras a pensar si ves una cola de personas esperando a entrar en la cocina económica? Como mucho, pensarás en las injusticias o disparidades económicas que el sistema puede generar, pero difícilmente te pondrás a juzgar a alguna persona en concreto que esté en la fila.

Por otra parte, es básico que pidas ayuda – que no te de miedo pedirla. A nadie le gusta depender de la buena voluntad y la ayuda de amigos, vecinos o familiares, pero podemos empezar con las relaciones que sean más cercanas a nosotros para ir perdiendo el miedo. Otro sitio ideal para pedir ayuda son los servicios sociales, o incluso las iglesias.

Una sugerencia final: fíjate bien en tus relaciones sociales. Ten en cuenta que tendemos a hacer las mismas cosas que nuestro círculo social más cercano. Nuestros ingresos suelen ser similares a los de nuestros amigos, así como nuestros hábitos de gasto. Incluso nuestros trabajos. Si descubres que las personas que te rodean con más frecuencia llevan un tren de vida que no puedes permitirte, intenta revitalizar relaciones que impliquen a gente que no necesite gastar dinero para pasarlo bien, o buscar amistades nuevas.

Solo recuerda que la vida a veces nos pone ante situaciones difíciles y, si queremos dejarlas atrás, necesitamos hacer cambios profundos y, muchas veces, auténticos sacrificios.

Buena suerte.

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