Sobreponiéndonos a la ansiedad social

¿Te obsesiona lo que los demás piensen de ti de tal forma que llegas a cambiar tus hábitos? ¿Esa obsesión afecta a tu vida cotidiana, de forma que haces las cosas de una manera distinta y menos conveniente? Pues de padezcas un mal bastante común: ansiedad social.

La ansiedad social no solo genera angustia, sino que puede ser muy costosa. Al evitar situaciones sociales, perdemos incontables oportunidades de interactuar con gente interesante, hacer amistades y crecer como persona.

Para sobreponernos a esta fobia por nosotros mismos, vamos a necesitar mucha práctica. Además, tenemos que ser conscientes de que probablemente nos aguardan muchos momentos de frustración.

Una de las primeras estrategias que podemos emplear consiste en crear una falsa apariencia de seguridad en lugares públicos, aunque en realidad no nos sintamos nada a gusto y estemos deseando escondernos en cualquier parte.

Hagámonos esta pregunta: ¿qué es lo peor que puede pasar? Es probable que al responderla nos demos cuenta de que la mayor parte del tiempo hemos estado asustados sin motivos. Lo peor que puede pasar si alguien te ve leyendo un libro en el metro es que piense que ese autor no le gusta. Y al contrario, lo mejor que puede pasar es que alguien vea lo que estás leyendo y le guste, lo que crea una oportunidad para conocer a esa persona y conectar con ella. Además, imagínate que te sientas al lado de alguien que está haciendo grandes esfuerzos para esconder lo que lee, ¿no te parecería extraño?

Para nota esto necesitamos cambiar de actitud. Mira a tu alrededor y observa lo que la gente hace. ¿Es habitual que alguien sea condenado por lo que lee, lo que escucha o cómo viste (dentro de lo razonable)? No, en absoluto. Es algo totalmente normal – desde luego, más normal que una persona que intenta ocultar todo lo que puede sobre sí misma.

Nadie es perfecto. Todos metemos la pata cuando interactuamos socialmente. Pero, ¿sabes qué? La vida no se termina por eso. De hecho, esas meteduras de pata pueden llegar a ser positivas – hacen que los demás empaticen con otro ser humano que, como ellos, comete errores.

Empieza por cosas pequeñas. Por ejemplo, leer un texto abiertamente o dejar que la gente vea tu modelo de teléfono. A continuación, intenta saludar al menos a una persona a la que no conoces cada día. O a dos.

De ahí, podemos pasar a situaciones más complejas. Céntrate en lo que está pasando en cierta reunión informal y escucha. Anímate a hacer un comentario cada día. No hace falta que hables mucho, céntrate solamente en ese pequeño paso.

Lo mejor para practicar es participar en algún grupo social: reuniones con los colegas, trabajo voluntario, clases sobre cualquier disciplina… Este tipo de situaciones procuran muchas oportunidades de mantener encuentros sociales simples que nos sirvan de práctica, ayudándonos a romper el círculo vicioso de la ansiedad social.

Ten algo que decir. Lee las noticias cada día para ser consciente de que lo que pasa política o culturalmente a tu alrededor. No es necesario tener un montón de conocimientos complejos. Basta con saber cuáles son los dos principales titulares y alguna cosa sobre ellos, o cuál es el mayor acontecimiento deportivo del día. Una de las razones por las que los deportes son tan populares es que dan a la gente tema de conversación.

Haz preguntas. Si no sabes qué decirle a alguien – lo cual es algo que nos pasa todos de vez en cuando – hacer una pregunta suele funcionar bastante bien. Desde la trillada “¿qué tiempo han dado para hoy?” hasta “me encanta tu abrigo, tengo uno muy parecido. ¿Dónde lo compraste?” Esto le da a la otra persona un tema sencillo del que hablar y es muy probable que respondan a la pregunta iniciando así una conversación.

Busca a otras personas tímidas. Cuando estés en un evento con muchas personas, busca a alguien que dé la sensación de no querer estar ahí. Acércate y haz un comentario del estilo, “uf, no se me dan nada bien estas reuniones sociales con tanta gente.” Tras esto, haz alguna pregunta sencilla y, muy probablemente, ya hayas encontrado a alguien con quién hablar. De hecho, esa persona puede que esté aliviada de no tener que buscar tema de conversación.

Los pequeños pasos pueden hacer una gran diferencia. Lleva mucho tiempo vencer la ansiedad social, pero los beneficios son grandes en casi todos los aspectos de la vida: sociales, profesionales, personales, financieros, o cualquier otro.

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