Analizando a una perfeccionista compulsiva

Tengo un amigo que me da la sensación de que no se ve a sí mismo. Ha tenido que abandonar su piso para vivir con sus padres de nuevo por no poder pagar la hipoteca y le han quitado el carnet por conducir borracho. A pesar de haberlo perdido casi todo, lo único que le preocupaba la última vez que le vi era cuánto le iba a costar tener su iPhone operativo de nuevo. Para hacer que la situación sea aún más frustrante, se dedica a echarles la culpa a otros.

Todos conocemos a alguien que nos hace menear la cabeza con incredulidad, preguntándonos por qué tiene una conducta tan autodestructiva. Pero, ¿cuántas veces nos paramos a pensar si nos podemos ver a nosotros mismo con tanta claridad?

El autoanálisis es un proceso complejo, pero es la única forma de generar cambios positivos y duraderos, tanto si queremos conseguirlos en nuestras finanzas, en nuestras relaciones, en nuestro peso o en cualquier otra área de la vida con la que tengamos problemas.

Descubriendo lo positivo

Autoanalizarnos no requiere que nos sentemos frente a un espejo o nos retiremos a meditar en una cueva. De hecho, son las actividades hacia las que nos sentimos atraídos de forma natural las que nos revelan nuestros puntos fuertes y nos enseñan cosas sobre nosotros mismos. Escribir, hacer deporte, la música, el baile, la fotografía, el bricolaje – cualquier actividad puede servir para autoanalizarnos si tenemos intención de aprender más cosas sobre nosotros mismos de forma continuada. El hecho de que sea algo que hagamos de forma habitual es la clave, porque justo cuando algo se nos pone cuesta arriba es cuando tenemos la mejor oportunidad para entendernos a nosotros mismos.

La escritura y la traducción, en mi caso, son mis actividades favoritas. Cuando me sentí suficientemente preparada empecé a hacer pequeños trabajos como freelance hasta que finalmente apareció la posibilidad de traducir un manual completo, aunque sobre un tema el que en realidad no tenía ni idea. Sin embargo, decidí aceptar el encargo y conseguí llevarlo a cabo en el tiempo previsto y de forma satisfactoria, aunque me llevó bastante esfuerzo.

Esta situación nueva y más dificultosa me llevó a aprender cosas sobre mí misma y ha tomar la resolución de estudiar filología inglesa para optar a trabajos más cualificados. En resumen, me sentí capaz de hacer cosas, capaz de alcanzar metas mayores, y el sentimiento fue muy positivo.

Enfrentándose a lo negativo

La parte amarga del autoanálisis es cuando empezamos a descubrir cosas sobre nosotros mismos que nos resultan desagradables. El autoanálisis nos puede rebelar debilidades, defectos, obsesiones, malos hábitos y comportamientos poco atractivos de los que no éramos conscientes, o que llevamos años ignorando.

Por ejemplo, cuando decidí ayudar a mi pareja a lanzar su nueva página web de ventas, intenté enseñarle más o menos cómo tenían que hacerse las cosas, qué material necesitaba de los productos, el tiempo que me llevaría diseñarla, etc. Aún así, muchas veces me parecía que las fotos que me daba no eran lo suficientemente buenas, que la página tenía defectos aquí y allá, que necesitaba más material explicativo, etc. No era la primera vez que me pasaba, pero acabé por admitir que era una perfeccionista compulsiva, y como ya comenté en otro post, lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Admitirlo y aceptarlo

Como habréis leído en otros artículos míos, es fácil que me estrese. Mi primera reacción ante cualquier fallo, real o imaginario, era echarme la bronca. Sin embargo, esta actitud nunca me llevó muy lejos. De hecho, cuánto más me machacaba por culpa de mis errores, más miedo sentía a la hora de emprender cualquier actividad. Estaba bloqueada por temor a volver a equivocarme. Así que decidí darme algo de margen, admitir que a veces soy excesivamente perfeccionista pero darme cuenta de que soy humana y que en algún momento tengo que cometer errores, sobre todo cuando emprendo alguna actividad nueva.

Aceptando lo que descubres sobre ti mismo, puedes acercarte más a la fuente de ese comportamiento. No puedes pensar de forma constructiva sobre las causas de tu comportamiento, o sobre cómo manejar tus defectos o redirigir esos malos hábitos si estás demasiado ocupado odiándote a ti mismo.

Beneficio añadido: Cuanto más aprendas sobre ti y sobre tu comportamiento, más fácil te será comprender los defectos de los demás. Entiende que aceptarlos no significa consentirlos.

Autoanalizarse no implica hacerlo en solitario

El autoanálisis no es algo sencillo. Es difícil separar nuestras percepciones de la realidad porque estamos acostumbrados a percibir las cosas de la forma en que hemos aprendido a hacerlo desde niños, y por eso las percibimos a veces distintas de como son en realidad.

En muchos sentidos el autoanálisis es una tarea que se hace en solitario, pero si nuestras percepciones están distorsionadas, es imposible que lo hagamos por nosotros mismos. Y es aquí donde entra la figura del mentor. Mucha gente puede convertirse en mentor: un profesor, un amigo cercano, los miembros de nuestra familia y, en general, cualquier persona en la que confiemos para ver nuestros puntos débiles. Yo no hubiera notada mi tendencia al perfeccionismo exagerado si mi pareja no me lo hubiera comentado.

Una vez que escojas a alguien, encuentra un momento oportuno y menciona que eres demasiado perfeccionista (sustituyendo esto por la debilidad que creas tener, aunque puedes usar la mía si te sientes identificado con ella). Pregúntale a esa persona si se ha dado cuenta de ello. Habla sobre las posibles causas que te llevan a ser así, y la forma de redirigirlas. Dile que estás trabajando en mejorar y pídele su ayuda cada vez que note algún aspecto negativo en ti.

El autoanálisis es un trabajo duro, pero merece la pena.

Si te ha gustado este artículo y hablas inglés, encontrarás muchos más en getrichslowly.org.

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