El ciclo emocional del inversor

Los movimientos alcistas o bajistas en los mercados de valores suelen ser cíclicos a lo largo de su dilatada historia y solo deberemos observar un gráfico en un periodo prolongado en el tiempo para poder verificar que las fluctuaciones en los precios de las acciones o en sus índices principales es una tónica lógica y repetitiva dentro de este mundo de la inversión.

Al igual que los mercados bursátiles varían de forma periódica, especialmente las conductas de los nuevos inversores suelen acompañar estos movimientos entre las situaciones de alegría generalizada y grandes previsiones de más ganancias futuras, hasta momentos de depresión y desconcierto, donde los agoreros de turno vaticinarán grandes desastres financieros y rupturas de sistemas económicos, apoyados por los medios de comunicación que amplifican de forma exagerada las graves caídas en los precios de las acciones, y por ello, el descalabro de los índices más representativos de la Bolsa.

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Para poder poner cierta cordura a la hora de manejar nuestro dinero y en nuestro afán desde hace tiempo por inculcar y conseguir una mejor formación de los “pequeños y medianos inversores” habituales lectores de esta sección de Consejos de Bolsa, hoy queremos reflejar a modo de reconocimiento personal e incluso como trabajo de psicología inversora, las distintas situaciones habituales que suelen aparecer en el nuevo inversor desde el punto de vista particular con el conocimiento de lo que podemos llamar: “El ciclo emocional del inversor”.

Veamos en que consiste dicho ciclo, cómo podemos reconocerlo para evitarnos disgustos financieros y conseguir al final una mejor gestión de nuestra cartera de inversión:

  1. Caída extrema a niveles mínimos de la bolsa: La sensación generalizada del inversor es de total abatimiento, desconsuelo, irritación y sentimiento de incompetencia personal a la hora de participar en los mercados de valores.
  2. Primer impulso de recuperación del mercado: Se pasa del abatimiento total a una especie de sedación inversora, deseando que todo lo malo se haya podido haber visto, pero la recuperación de los precios ni se atisba en el horizonte.
  3. Segundo impulso de recuperación: Puede ser como los espejismos desérticos de una persona que atraviesa lugares inhóspitos y peligrosos. Se ve la posible salvación, pero no termina uno de creer en poder salir airoso del problema bursátil.
  4. Tercer impulso de recuperación: “Esto ya es otra cosa”… La sensación de alivio por las penalidades pasadas empieza a superar nuestro propio miedo anterior y empezamos a creer de nuevo en los mercados de valores y sus posibilidades de recuperación.
  5. Impulso de confirmación alcista: “En el fondo, yo tenía razón al invertir”… El optimismo vuelve al hogar de los nuevos inversores y se empieza a generalizar en los mercados, donde se empiezan a escuchar nuevos “cantos de sirenas” sobre futuras revalorizaciones en las cotizaciones de las acciones.
  6. Segundo impulso de confirmación: El mercado y los inversores se pasan al terreno de la excitación bursátil y ya no se esconden las previsiones de próximas subidas vaticinadas por los distintos portavoces interesados.
  7. Tercer impulso de confirmación: “Esto es una fiesta”… Las bolsas continúan subiendo y para los nuevos inversores se abre un futuro de rápida riqueza, por lo que deciden invertir mayor cantidad de dinero para aumentar el volumen de su cartera.
  8. Techo del mercado bursátil: “Me estoy planteando dedicarme a esto”… Las ganancias son generalizadas en los mercados y las buenas noticias en los distintos medios financieros superan con creces las mejores de las expectativas soñadas por los inversores. Todo es un estado de euforia y plusvalías latentes extendida y comentada a familiares o amigos para satisfacción de nuestro propio ego inversor. Se aumentan considerablemente las inversiones en renta variable.

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Llegados a este punto financiero en los mercados y de enorme felicidad emocional para los nuevos inversores, es momento de conocer cómo se desarrollan de forma cronológica los siguientes futuros movimientos bursátiles y anímicos que les relatamos de forma más resumida:

  • Dudas y ansiedad ante la primera bajada: “No vendo porque subirá más”.
  • Negación de la posibilidad de más bajadas.
  • Primeros síntomas temerosos ante la evolución del mercado.
  • Estado de ansiedad y desesperación por la oportunidad de venta perdida.
  • Vuelta al miedo e incluso pánico por el aumento de las fuertes pérdidas.
  • Abatimiento, desconsuelo, bloqueo emocional y financiero, pero lo que es peor, volver a la sensación triste, deprimente e inconfesable de creer seriamente que… “Yo no valgo para esto, en cuanto me recupere un poco lo vendo todo”.

¿Les suena este tipo de situación psicológico-inversora?… ¿En qué momento del ciclo emocional nos encontramos en la actualidad?

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La frase elegida para este artículo dice así:

No sabemos lo que nos pasa, eso es precisamente lo que nos pasa.

José Ortega y Gasset

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