Ser más feliz

Durante mucho tiempo no fui feliz. Solía pensar que era a causa de mis problemas económicos. Pensaba que si conseguía tener dinero en el banco y liquidar mis deudas, sería feliz. Pero no ocurrió así.

Después de pagar todas mis deudas y de tener ese dinero en el banco, resultó que seguía siendo infeliz. «Tal vez sea mi trabajo», pensé. A fin de cuentas, lo había elegido como último recurso.

Pero incluso cuando dejé mi trabajo, permanecí incapaz de alcanzar la felicidad. Con el tiempo descubrí que buena parte de mi problema era que esperaba que el dinero me lo solucionara todo. Esperaba que me hiciera feliz. Pero el dinero y la felicidad no siempre van de la mano. Simplemente las cosas no funcionan así.

felicidadUna de nuestras dicotomías culturales consiste en pensar que para ser felices (o ricos) en el futuro, tenemos que sacrificar nuestra felicidad (o riqueza) en el presente, cuando lo que debemos hacer es aspirar a ser felices el día de mañana, pero también hoy. Y la cuestión no es perseguir la felicidad trabajando menos o con menos entusiasmo; incluso podemos trabajar más, pero en las actividades adecuadas – aquellas que nos benefician tanto en el presente como en el futuro. Debemos encontrar un equilibrio, y para lograr la felicidad tenemos que tener en cuenta el hoy y el mañana.

Inyecciones de felicidad

Hay algunas cosas que podemos hacer para conseguir aumentar nuestro nivel de felicidad.

Crear nuestros propios rituales. Encontrar cosas que nos encanta hacer: leer, pasear, hacer punto, lo que sea. Como muchas veces es difícil encontrar tiempo para realizar estas actividades placenteras, podemos crear rituales a su alrededor. En un momento concreto del día, haz algo que te encante. Por ejemplo, yo tengo el ritual de ver siempre una de mis series favoritas antes de acostarme. Y eso me hace feliz.

Expresar nuestra gratitud. Reconozco que yo no lo hago tan frecuentemente como debiera. Hay estudios que indican que la sensación de bienestar se incrementa si llevamos una especie de diario de las cosas por las que nos sentimos agradecidos. Se trata sencillamente de escribir cinco cosas cada día, incluso aunque muchas veces sean repetidas. Es un ejercicio que nos fuerza a ser conscientes de las cosas buenas de las disfrutamos en nuestra vida.

Márcate metas significativas. Cuando era más joven, me marcaba objetivos que tenían poca relación con quién era y con lo que quería. En realidad estaban basados en las expectativas que los demás tenían de mí. Para que una meta sea realmente valiosa, tiene que estar relacionada con nuestros propios intereses, y tiene que añadir algo a nuestras vidas. Perseguir objetivos significativos puede ser una fuente de felicidad (y toma nota de cómo lo que brinda esa felicidad es más la persecución en sí que el hecho de conseguirlos).

Da prioridad a tus puntos fuertes. No te centres en las cosas que no funcionan y concéntrate en los éxitos que has tenido. Al centrarnos en las cosas positivas que hemos conseguido en nuestro pasado, podemos desarrollarnos basándonos en nuestros puntos fuertes. ¿Qué cosas se te dan mejor?

Simplifica. Para elevar nuestro nivel de bienestar no hay nada como simplificar nuestras vidas. Haciéndolo salvaguardamos nuestro tiempo, y aprendemos a decir «no» más a menudo – tanto a la gente como a algunas oportunidades – lo cual no es sencillo. Significa que priorizamos escogiendo las actividades que realmente queremos hacer. Si tienes una oportunidad que no te ilusiona, es mejor decir que no a ser posible.

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