Cuento financiero: El pescador y el pez de oro

 

Una cosa es querer tener éxito financiero mediante la inversión en los mercados de valores y otra, querer ganar más y más dinero de forma compulsiva y carente de toda lógica o responsabilidad dineraria. La búsqueda de una mayor rentabilidad posible por su capital destinado a la inversión, no debe estar reñida con tener muy claro cuáles pueden ser sus propias limitaciones técnicas o financieras.

En esta sección de Consejos de Bolsa destinada de manera especial para los futuros pequeños y medianos inversores, siempre en el lenguaje lo más coloquial posible, son muchos los artículos ya publicados sobre el dinero y sus efectos a veces nocivos sobre la psicología del ser humano, y que intentamos a modo didáctico reflejar de nuevo en lo que hemos llamado… ¡Cuentos financieros!

El cuento o relato financiero de aprendizaje y formación de hoy se titula: “El pescador y el pez de oro”. Aquí se reflejará como el ser humano en ocasiones desea o sueña con tener más y más bienes, sin llegar a poner freno en su codicia con los resultados que veremos a continuación.

El cuento financiero comienza de la manera siguiente: “Había una vez un viejo y pobre pescador que vivía con su mujer en una cabaña junto al mar”.

“Un día, al recoger la red, vio que solo había pescado un pequeño pez de oro. Antes de que pudiera reaccionar y por sorpresa el pez le dijo: ¡Déjame nadar libremente!… A cambio pídeme lo que quieras y te lo concederé”.

“Rápidamente el pescador devolvió el pez al agua y regreso a su hogar. Tras contarle lo ocurrido a su mujer, esta se puso furiosa y le dijo que era un necio por no haberle pedido nada al pez”.

“A la mañana siguiente, el hombre fue a la orilla del mar, llamó al pez y le pidió pan, pero su mujer se volvió a enojar y le dijo que porqué solo le pidió pan”.

“Al siguiente día el pescador volvió a llamar al pez y le pidió un caldero nuevo para lavar la ropa. Cuando regresó a casa su mujer le increpó e indicó que pidiera al pez una casa nueva, a lo que le hombre accedió llamando al pez para que le concediera este nuevo deseo”.

“No obstante, la mujer no tenía bastante con su nuevo hogar así que le requirió a su esposo llegar a ser la mujer de un gobernador. Tras esta petición aceptada, cuando regresó el pescador fue mandado con desprecio a dormir en la cuadra”.

Una vez cansada de ser la mujer del gobernador, la mujer quiso ser reina, dueña de los mares, vivir en un palacio y… ¡Tener un pez de oro siempre a su servicio!

“El pescador volvió al mar. El pez sin embargo, en esta ocasión tras escuchar sus últimos deseos desapareció entre las aguas sin responder”.

“Cuando el hombre regresó a casa encontró a su mujer vestida de harapos y lavando la ropa en su antiguo caldero lleno de agujeros…”

MORALEJA: En esta vida se puede soñar y creer ciegamente en: “lámparas mágicas”, “adivinos”, “videntes”, “atajos financieros” e incluso… ¡Pececitos de oro!… Pero, los que realmente son buenos inversores nunca caerán en esas creencias y esoterismos diversos, más bien ya saben conscientemente que solo una adecuada formación técnica, asesoramiento profesional, disciplina, preparación psicológica y sensatez será la base de su próximo éxito financiero.

Mientras usted trata de alcanzar este optimo nivel como futuro inversor novel, no estará de más, que de vez en cuando relea a modo formativo y de relax veraniego, este artículo que hemos titulado: “Cuento financiero: El pescador y el pez de oro”.

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La frase elegida para este artículo dice así:

Si el hombre alcanzara la mitad de sus deseos, redoblaría sus inquietudes.

Benjamin Franklin

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