La mitología del gasto y las ideas preconcebidas

Tengo un breve test de cuatro preguntas para ti. Contéstalas con la primera cifra que se te venga a la mente – no las pienses mucho.

  • ¿Cuál es el coste normal de una boda?
  • ¿Cuál es el precio normal de un coche?
  • ¿Cuál es el precio normal de un piso?
  • ¿Cuánto cuesta normalmente ir 15 días de vacaciones con la familia?

Para cada una de estas preguntas, todos podemos dar una cifra aproximativa. Ese número está basado en nuestra experiencia personal junto con lo que vemos hacer a los demás unido a la influencia de los medios. Ese número, en otras palabras, es nuestra “idea preconcebida” de lo que determinadas cosas deberían costar – y constituye normalmente la base por la que juzgamos si el precio de algo es razonable o no.

Por supuesto, la mayoría de la gente que lleve cierto tiempo leyendo este blog se dará cuenta de dónde está la trampa de inmediato: esa idea no es más que el ticket del precio. No representa lo que tienes que pagar ni, aún menos, lo que en realidad necesitas.

Pongamos algún ejemplo.

Según fuentes del sector, la boda promedio en España cuesta unos 28.000 euros, lo que probablemente no está muy lejos de lo que podemos pensar que suele costar una boda.

El problema, por supuesto, aparece cuando la gente empieza a usar esa cantidad como referencia de lo que deben invertir en su boda. “¿Tenemos que gastar esa cantidad para que nuestra boda esté en la media?”, se dicen para sí. Y entonces, para que el día sea todavía más «especial» o «excepcional», deciden gastar bastante más de esa cantidad, endeudándose durante una buena temporada.

Esto mismo se repite cuando compramos un coche. Después de todo, hay mucha gente que se ha endeudado durante años para comprar un coche de alta gama, ¿o no? Tienen una idea de lo que el coche medio cuesta, y deciden que tienen que estar por encima de esa media.

Se me ocurre una idea. Olvidémonos de lo que nuestra mente nos dice que tienen que costar las cosas.

En lugar de eso, pensemos en lo que de verdad necesitamos (o queremos) e intentemos en lo posible minimizar el precio que pagamos por ello.

Así que, por ejemplo, si te vas a casar, siéntate con tu pareja a pensar en cómo os gustaría que fuese vuestra boda. Haced una lista conjunta con la que ambos estéis de acuerdo. A partir de ahí, buscad los mejores precios para cada punto de la lista.

¡Estupendo! Acabáis de planear una boda con la que los dos estáis felices sin necesidad de compararos con la idea de lo que una boda (y su coste) debería ser. ¿Por qué? Porque no importa en absoluto cuanto “tiene” que costar una boda. Solo importa lo que cuesta la vuestra. ¿Os hace feliz? ¿Responde a vuestras necesidades? Eso es lo que cuenta, no compararse con lo que otros hacen.

Si te pasas el tiempo comparando las cosas fundamentales de la vida con las de otros y te basas en ese coste, estás diciendo implícitamente que lo que quieren los demás es más importante que lo que quieres tú. Nunca permitas que una decisión importante en tu vida esté influenciada por las expectativas o los comprotamientos de otros.

Si sabes inglés puedes leer más artículos como este en thesimpledollar.com.

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