Presentamos al Dinero del Futuro, idéntico al del Pasado

Este mes la revista Wired lleva en su portada un artículo interesante para la reflexión, y que se puede resumir de la siguiente manera:

Hace una generación, cuando la gente escogía pagar con tarjeta, no escogían solo una réplica en plástico del dinero en metálico tradicional, sino que estaban cambiando fundamentalmente la forma en la que usaban el dinero. Al poder hacer sus compras con mayor facilidad, se sentían impelidos a comprar mucho más que en el pasado. Los emprendedores tenían súbitamente acceso a préstamos fáciles – aunque a un alto interés – lo que dio nuevos bríos a la economía. A día de hoy puede ser complicado predecir las innovaciones que traerán plataformas como PayPal, pero es fácil suponer que la industria de los pagos va a cambiar dramáticamente. La moneda se está digitalizando por completo, pudiendo transferirse mucho más fácilmente sin apenas impedimentos, y esto revolucionará de nuevo la forma en la que pensamos sobre la economía.

La tecnología de la que habla este artículo es sin duda fantástica. Hará que muchas de nuestras transacciones se lleven a cabo más fácilmente que nunca. La adquisición de productos e información será incluso más sencilla.

Pero lo cierto es que cada vez que ha aparecido una nueva tecnología para intercambiar dinero entre personas, siempre ha habido un coste asociado a ella.

El dinero en metálico, por ejemplo. El coste de fabricarlo sale de nuestros impuestos. Pagamos las tarjetas de crédito con costes financieros, y por la comodidad de las transacciones económicas, con un pequeño recargo por cada una que realizamos.

En todos los casos hay un coste inherente al uso del dinero. Con el dinero en metálico, la gente paga más impuestos para sostener los costes. Con las tarjetas de crédito y las transferencias electrónicas, aunque la comisión recaiga en exclusiva sobre el vendedor, es finalmente el consumidor el que la paga mediante la subida del precio de los productos que compra.

El “futuro del dinero” es un remix del pasado del dinero. Cuanto más gastas, más te cuesta.

Si gastas mucho dinero en metálico, significa que lo tienes y, por lo tanto, pagarás los impuestos correspondientes. Si tienes varias tarjetas de créditos, lo más seguro es que pagues los coste financieros más un plus en los comercios para cubrir el coste de la transacción. El dinero electrónico es similar, sigues perdiendo dinero a base de comisiones.

No importa cómo hagas la transacción, siempre te la acaban cobrando por algún sitio.

Si tienes suficiente dinero, puede llegar un momento en que tus ahorros te permitan mantenerte, de forma total o parcial. En esa posición, pagas menos impuestos que antes.

Si no compras a crédito, no perderás dinero en costes financieros y no pagarás recargos aunque uses la tarjeta.

Si no haces muchas transacciones con PayPal, perderás menos dinero en comisiones. Así que cuantas menos hagas, mejor.

El nuevo dinero funciona igual que el viejo. Cuanto menos gastes, mejor irán tus finanzas. Cuanto más gastes, más dinero perderás en comisiones, tasas y recargos.

El peligro es el mismo que cuando se pasó del trueque al dinero y del dinero a la tarjeta de crédito. Ahora es más fácil gastarlo. Cuando la economía se basaba en el trueque, el intercambio de valor era más complejo y consumía mucho tiempo. Al inventarse la moneda, ese intercambio se hizo mucho más sencillo y la deuda comenzó a prevalecer. Las transacciones electrónicas son todavía más fáciles de hacer – un simple click y listo. Esto provoca que sea más difícil pensar las cosas bien antes de tomar la decisión de comprar, lo que significa que los negocios tienen más cancha para beneficiarse de ti.

Ante esto, lo mejor que podemos hacer es separar la forma en que compramos de las cosas que compremos. Ten cuidado con las compras fáciles, porque pueden provocar muchos problemas financieros.

Si sabes inglés puedes leer más artículos como este en thesimpledollar.com.

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