Cuando el inversor es su propio enemigo

cuando el inversor es su propio enemigoLos inversores muchas veces culpan a sus asesores financieros cuando sus inversiones no salen bien, pero hay otra versión de esta historia: los asesores piensan que, muy a menudo, los propios inversores son sus peores enemigos, y tienen un buen arsenal de historias sobre malas inversiones para apoyar esta opinión.

Estas son las maneras más comunes en las que, según los asesores, los inversores se sabotean a sí mismos:

Según sople el viento. Algunos inversores se dejan influir con excesiva facilidad. Y a veces esto lleva a que vendan a la baja y compren al alza. Se trata de un comportamiento que suele producirse en manada y en el que un inversor sigue a otro hacia al abismo como se dice que hacen las ovejas (donde va una, van todas). Se trata de personas que leen que un valor es bueno y lo compran.

Comprar un valor sin investigarlo en profundidad y analizar si encaja en nuestra cartera casi nunca es una buena idea, pero muchos inversores tienen una falta de perspectiva a mayor escala y simplemente se dejan llevar por el pánico: si ver que el mercado cae, venden, y en cuando hay unos días de subida, quieren recomprar.

Estrechez de miras. Los asesores advierten de forma rutinaria que la diversificación es la forma más segura de capear los temporales de los mercados, pero aún así muchos inversores insisten en meter toda su inversión en un solo tipo de activo, el cuál están seguros que no caerá. El oro y otros metales preciosos un buen ejemplo de este tipo de inversión.

Tendencia a la dispersión. La diversificación está bien, pero una excesiva dispersión puede llegar a ser perjudicial. Hay personas que tienen sus inversiones puestas en diferentes bancos o diferentes brokers, y acaban sin conocer cuál es su posicionamiento real dentro del mercado. Este tipo de inversores necesitan consolidar su inversión y diversificarla de una forma adecuada.

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